jueves, 21 de noviembre de 2013

''Charlie Parker'' Pt.1

¡Hola a todos! Pues espero que se me extrañase por aquí, porque yo he extrañado mucho escribir. Pues como ya notarán, había estado muy ocupada. Ahora tengo más horas de clase de lo habitual por el nuevo año, y al salir del colegio, apenas tengo tiempo de almorzar, ya que cuando termina la última clase en allá, en música ya han empezado, por lo que paso cerca de unas quince horas diarias fuera de casa (lo que es muy agotador), pero eso no me detiene, y aún así vengo con un ánimo que no me lo quita ni el hecho de no haber comprado todavía Pokémon X/Y.  Pues comenzaré por la historia más relevante después del concierto final.

Al regresar, la orquesta estaba llena de energía. El hecho de volver a ver a los violonchelos, violines, fagots, clarinetes, a mis profesores y a todos mis amigos y hasta a mis enemigos me hacía contar los días para el fin de las vacaciones. Cuando llegué al segundo día de clases (pues el primero caía justo en la fecha del cumpleaños de mi hermana mayor), ya quería ver a mis  tutores, y tocar de nuevo, pero por desgracia, no se puede tocar un instrumento de viento si estás enfermo, por lo que llegué a clases de guitarra. En el descanso, me encontré con Franklin hablando con el director de la orquesta, así que me acerqué a saludar. Al irse el director, le pregunto por Martín (pues él tenía el saxofón), pero me encuentro con una gran sorpresa...

Martín dejó la orquesta.

Me sentí horrible. ¿Ahora cómo practicaría? Tendría que volver a Tuba, y créanme que cuando encuentras el instrumento de tu vida, no lo quieres dejar ir por nada del mundo. Dejé de ir a música por todo un mes. Las primeras semanas usé la gripe como excusa, luego decía que tenía muchas cosas que hacer. Lo cierto es que estaba muy deprimida. No quería afrontar el hecho de verme sin el saxofón, quería pensar que todavía lo tenía. Quería evitar lo inevitable. Pero me armé de valor un día, pues no podía dejar que algo como eso me evitase avanzar. Fui a música, y encontré otra gran sorpresa...

Franklin dejó la orquesta.

Perdí dos profesores en tres meses. Al menos con Franklin habría un saxofón con el cual ensayar, pero sin él, no había nada. Quedé huérfana musicalmente, y eso me deprimió aún más. Llegué a casa simplemente a llorar, a darme por vencida. Pero ellos siempre decían que no me diese por vencida nunca. Pero ellos me abandonaron, me dejaron sola. Éramos el trío de Oro. 

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