''Mi cadáver yace en las profundidades de aquel horrible bosque, y mi alma sale de él todas las noches para matar a quienes quieren perturbar la poca paz que poseen las pobres mujeres atormentadas. Me llaman ''La Sayona''. Mi historia comienza en una bella boda, grande y alegre, llena de la vida que pronto me arrebató, y consumió hasta mis cenizas. Mi maravilloso esposo resultó ser todo lo contrario a lo que yo pensaba. Su traición, la horrible traición que ya no pude soportar. Enloquecí de la rabia e ira que sentía cada vez que pensaba en la traición que sufrí. Desesperada, junto a mis dos pequeños hijos, procedí a dar una caminata por el bosque, una caminata que jamás terminaría. La furia me cegó, y empecé a pensar en ideas que ahora me atormentarán toda la eternidad. Tomé del cuello a mis dos hijos y los sumergí en las furiosas aguas del río. Se ahogaron. Yo los maté. Al verme en aquel bosque, con las dos cabezas y los cadáveres de mis hijos en mis manos, me dí cuenta de la atrocidad que había cometido. La desesperación, la rabia, el temor, el llanto, la locura y la furia invadieron mi cuerpo. Jamás regresé...''
domingo, 9 de febrero de 2014
La Sayona
sábado, 8 de febrero de 2014
El Diario

Y si sé que algo no ha cambiado en mí y nunca cambiará, es que sigo creyendo que hay un mundo de posibilidades, solo tienes que explorarlas.
viernes, 7 de febrero de 2014
Una Historia, Una Tradición.
Todas las historias de los saxofonistas tienen algo en común.
Hay algunos, como yo, que al verse sin posibilidades de tocarlo, eligen la Tuba, el Clarinete, el Violín o la trompeta. Y después de conseguir llegar al saxofón, los dejan atrás como un viejo amigo que se aparta de tu camino con orgullo de poder decir que algún día te conoció, e inspirar a esos saxofonistas que todavía no saben en realidad que lo son.
Hay otros, que eligen tocar los dos, el saxofón y alguno de los ya mencionados instrumentos, pero ellos saben perfectamente en dónde está su pasión.
Todos compartimos ese deseo de tocar todos los saxofones, todos empezamos con el Alto, todos seguimos con el tenor, y todos queremos un soprano, que llegará algún día, como el primero llegó.
Todos tenemos esa sensación de felicidad al recibir un nuevo saxo, como lo que sientes al tener una mascota más en hogar. Todos tenemos sueños y metas, todos deseamos alguna vez tocar en Nueva Orleans.
Todos tenemos el Jazz flotando en nuestras venas, todos tenemos melodías en el corazón. Todos nos expresamos a través de su hermoso sonido, a través de su casi pronunciadas palabras, a través de su hermosa voz.
Todos sabemos diferenciar entre sus primeros días, cuando era apenas un sonido tosco y forzado, y saltamos de alegría al escuchar las hermosas sinfonías que crea su pequeño al alcanzar el máximo potencial y expresarlo en cada una de sus llaves; como la madre llora al ver a su hijo crecer.
Nosotros amamos nuestros Saxofones como a un verdadero hijo, y los observamos en todo su esplendor.
Nos enamoramos cada vez más de su sonido, y sentimos la misma alegría que se experimenta al ver a tu bebé reír.
Llegamos a conocer el punto exacto de su afinación, y llegamos a diferenciar cuál tipo de saxofón suena en una canción. Llegamos a entender a alguien por el sonido de su instrumento, nosotros, tan solo con sus melodías, podemos conocer la historia que hay en su voz.
Cada uno de nosotros tiene un estilo inigualable, un talento que no se puede formar. Nosotros nacemos como saxofonistas, nacemos con una pasión y misión, y todos algún día, nos damos cuenta de nuestra verdadera dirección. Y ese esperado día llega con los tiempos de verano,
y hasta que nos enamoramos de una simple canción.
Esa es nuestra historia, que más que historia, es tradición.
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