viernes, 7 de febrero de 2014

Una Historia, Una Tradición.


Todas las historias de los saxofonistas tienen algo en común. 

Hay algunos, como yo, que al verse sin posibilidades de tocarlo, eligen la Tuba, el Clarinete, el Violín o la trompeta. Y después de conseguir llegar al saxofón, los dejan atrás como un viejo amigo que se aparta de tu camino con orgullo de poder decir que algún día te conoció, e inspirar a esos saxofonistas que todavía no saben en realidad que lo son.

 Hay otros, que eligen tocar los dos, el saxofón y alguno de los ya mencionados instrumentos, pero ellos saben perfectamente en dónde está su pasión.

 Todos compartimos ese deseo de tocar todos los saxofones, todos empezamos con el Alto, todos seguimos con el tenor, y todos queremos un soprano, que llegará algún día, como el primero llegó.

 Todos tenemos esa sensación de felicidad al recibir un nuevo saxo, como lo que sientes al tener una mascota más en hogar. Todos tenemos sueños y metas, todos deseamos alguna vez tocar en Nueva Orleans. 

Todos tenemos el Jazz flotando en nuestras venas, todos tenemos melodías en el corazón. Todos nos expresamos a través de su hermoso sonido, a través de su casi pronunciadas palabras, a través de su hermosa voz.

 Todos sabemos diferenciar entre sus primeros días, cuando era apenas un sonido tosco y forzado, y saltamos de alegría al escuchar las hermosas sinfonías que crea su pequeño al alcanzar el máximo potencial y expresarlo en cada una de sus llaves; como la madre llora al ver a su hijo crecer. 

Nosotros amamos nuestros Saxofones como a un verdadero hijo, y los observamos en todo su esplendor.
 Nos enamoramos cada vez más de su sonido, y sentimos la misma alegría que se experimenta al ver a tu bebé reír.

 Llegamos a conocer el punto exacto de su afinación, y llegamos a diferenciar cuál tipo de saxofón suena en una canción. Llegamos a entender a alguien por el sonido de su instrumento, nosotros, tan solo con sus melodías, podemos conocer la historia que hay en su voz.

 Cada uno de nosotros tiene un estilo inigualable, un talento que no se puede formar. Nosotros nacemos como saxofonistas, nacemos con una pasión y misión, y todos algún día, nos damos cuenta de nuestra verdadera dirección. Y ese esperado día llega con los tiempos de verano, 
y hasta que nos enamoramos de una simple canción.




Esa es nuestra historia, que más que historia, es tradición.

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